En el colegio nos enseñaron
por qué no son importantes
los asesinatos de las mujeres,
pero sí los de los hombres.
Las feministas nos obstinamos
en no entenderlo.
Estaba muy claro.
Nos enseñaron la vida de los pueblos,
su gobierno, sus jerarcas,
sus guerras, economías y revoluciones.
En capítulo aparte íbamos nosotras:
La mujer en Grecia,
la mujer en el Antiguo Régimen,
la mujer en la Revolución Industrial.
Nosotras éramos capítulo aparte:
no éramos pueblo,
ni jerarca, ni dinero, ni guerra,
ni revolución.
Más claro aún nos lo explicaron
al hablar de democracia.
Las feministas nos obstinamos
en no entenderlo.
Se llama sufragio universal
al voto de los hombres:
ellos son el universo.
A nuestro voto, lo llamaron
voto femenino.
Quienes nos matan,
quienes lo toleran
y quienes lo fomentan
tienen muy claro que no es terrorismo matar
a quien no es como ellos,
a quien sólo es un capítulo aparte.