Las manifestantes han llegado hasta las puertas de SENER, una empresa que trabaja en el ámbito de la fabricación de misiles. Se calcula que cerca de 100 compañías afincadas en Euskadi participan en el negocio de la guerra.
Primero eran unas pocas. Luego se animaron otras. Un día eran tantas que hasta se vieron con fuerzas para rodear una base militar. Ellas no llevaban armas, sino gargantas para gritar contra los que hacen la muerte y se enriquecen a su costa. Así nació Greenham Common, el campamento feminista que se instaló fuera de una base de la Royal Force británica en 1982. Este sábado, su lucha volvió a ser reivindicada por el movimiento feminista vasco frente a SENER, una empresa de esta tierra que gana dinero con las guerras lejanas.
La cita era a las 12.00 junto al Puente Colgante en Getxo, a unos 1.800 metros de esa compañía. No era difícil saber quiénes se dirigían hacia allí: tal como aparecía en la convocatoria, la mayoría de las participantes vestía ropa negra. La iniciativa servía para poner fin a una serie de actos celebrados esta semana por el Movimiento Feminista de Euskal Herria en el marco del Día Internacional de las Mujeres Contra la Guerra que se conmemoró el jueves 24.
“Vamos a ir a SENER porque no podemos ir a todas a la vez”, afirmaba a PúblicoIrati González Larena, una de las organizadoras. En efecto, entidades que trabajan en el ámbito antimilitarista señalan que en Euskadi existen cerca de 100 empresas que participan, de una manera u otra, en el negocio de la guerra. Según el Centro Delàs de Estudios por la Paz, en el País Vasco se produce el 16% del volumen de fabricación para defensa del conjunto del Estado español.
La gigantesca SENER ocupa un lugar preponderante en esa lista. La compañía fundada por el millonario del Opus Dei Enrique Sendagorta —premiado en 2014 por el Rey Juan Carlos I con el Premio Reino de España a la Trayectoria Empresarial— está considerada como una de las “referencias” nacionales “en sistemas de misiles y está especializada en aplicaciones de ISR (Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento)”, subraya un informe elaborado por el Centro Delàs de Estudios por la Paz y la Ong SETEM.
Colectivos antimilitaristas vascos también han denunciado que esta compañía mantuvo “compromisos de colaboración con la empresa israelí de armamento ‘Israel Aircraft Industries LTD’ para el diseño de ‘nuevos materiales aeronáuticos’ por valor de 5 millones de euros a través del programa VULCAN”. También habrían dado su aporte a la empresa militar Rafael, “para la cual ha diseñado los sensores que van en los aviones militares israelís, los cuales sirven para localizar y focalizar el objetivo a bombardear”.
Asimismo, los directivos de SENER formaron parte de la comitiva que acompañó al Rey Felipe VI en la polémica visita oficial que realizó el año pasado a Arabia Saudí, cuyas tropas mantienen a la población de la vecina Yemen bajo bombardeos indiscriminados. “Si una empresa con sede en Getxo está yendo a hacer negocios con un régimen de ese tipo, hay que señalarlo”, apuntó a Público Aitziber Lasa, otra militante feminista que este sábado participó en la movilización de este sábado.
Las manifestantes tardaron unos diez minutos en llegar hasta las puertas de SENER. Las mujeres que portaban la pancarta, en la que podía leerse «Las feministas nos plantamos ante la guerra», detuvieron allí su marcha. Entonces arreciaron los cánticos contra la industria militar, mientras otras colocaban un cartel en las rejas de la compañía con un mensaje que también se había escuchado a lo largo de la manifestación: “La guerra empieza aquí”.
“Heteropatriarcales y racistas”
En un manifiesto, el Movimiento Feminista de Euskal Herria denunció también que “las guerras son colonialistas, heteropatriarcales, imperialistas, racistas, clasistas y capitalistas”. Todo eso, apuntaron, “choca de lleno con las necesidades y reivindicaciones más básicas del feminismo”, dado que no quieren “un modelo social en el que las mujeres, sus cuerpos o sus territorios sean oprimidos bajo ninguna excusa”.
En tal sentido, señalaron que SENER y otras empresas relevantes con sede en Euskadi, entre las que ubicaron a ITP y SAPA, “colaboran con su tecnología en la fabricación de armamento causante de la muerte de centenares de miles de personas”. Al hilo de ello, denunciaron “el papel de las instituciones, gobiernos y banca en el mantenimiento de los conflictos y la militarización” y lanzaron un reclamo muy claro: “que dejen de amenazar nuestros cuerpos, nuestros territorios y nuestras vidas”.