Judith Rico  «Bienintencionado feminismo de algunos hombres». Parece que feminismo sea algo malo :/ a ver si usted va a ser de los de ni machismo ni feminismo, porque se sabe de sobra que el machismo es superioridad y feminismo es igualdad, verdad? Y entre otras cosas, el machismo ASESINA cada año a 66.000 mujeres, según Amnistía Internacional, por el contrario, el feminismo no asesina… Es algo TAN OBVIO, que me choca que usted y todos los hombres no se consideren feministas, o es que no cree en la igualdad de género?
Por otra parte, me parece surrealista, que en lugar de alarmarse por los datos que Paco nos da, se alarme por una expresión lingüística (eso es muy marca España, fijarnos en la periferia en lugar del centro del problema, claro que sí, así nos va, si eso seguid tapando todo con más banderitas). A nosotras nos TOCA MUCHO LOS COJONES que todavía haya hombres que nos asesinen, más que si un hombre que cree en la igualdad, pronuncia «mi coño» te lo aseguro. De verdad, qué pena no ver el mismo ímpetu y el mismo brío contra el machismo, con las energías que gastaréis protestando…
Un cordial saludo.

Paco Moral Uno de los colmos del dudosamente bienintencionado no-feminismo de algunos hombres es cómo os jode que algunos nos situemos en este lado de la trinchera. Otro de los colmos sería cómo os gusta dar lecciones de lo que es políticamente correcto. Hace másde cincuenta años Chomsky y muchas otras criticaban el uso machista de los lenguajes, y parece que cincuenta años después sigue siendo necesario denunciarlo. Estar «hasta los cojones» se usa como expresión superlativa del hartazgo. Y se usan precisamente los atributos masculinos como superlativos. Y hasta se considera políticamente correcto que lo usen las mujeres. Pero… ay, si somos los hombres los que decidimos que queremos cambiar la expresión superlativa y usar atributos femeninos, con la iglesia hemos topado!! Háztelo mirar, porque el problema lo tienes tú, no yo. Respecto de lo políticamente correcto y obvio que según tú yo utilizo, pues mira, no será tan obvio cuando treinta años después seguimos sin cambiar absolutamente nada. Vamos, si fuera obvio no existiría el problema, todo el mundo lo entendería y el problema habría desaparecido, pero no, el problema es hoy el mismo que hace treinta años. En todo caso, el paso del tiempo no merma la necesidad de seguir denunciando las tropelías del terrorismo machista: hace treinta años, y hoy, es necesario enarbolar todas las banderas contra la infibulación femenina por que obvio, sí, pero sigue ocurriendo. Y contra los crímenes machistas, porque son muy obvios, sí, pero hay los mismos que hace 30 años. Y así con todo. Mi post denuncia una realidad, el machismo en la entrega de premios literarios, un micromachismo que se convierte en violencia larvada (y menos larvada) si lo comparas con el aseinato de una mujer, pero que configura una sociedad que a mi no me gusta, de la que me siento responsable en la parte que me toca, y que sientas la bases (junto a muchos otros micromachismos) de la sociedad heteropatriarcal en la que vivimos. Y de la que estoy, literalmente, hasta el mismísimo coño.