Nada es cierto hasta que un hombre lo diga
Hace unos días, han salido a la luz unas declaraciones del director Bernardo Bertolucci que han escandalizado a medio mundo. En 2013, el italiano confesó en una entrevista en La Cinémathèque Française de París que la escena más famosa de su película ‘Último tango en París’ fue rodada sin el consentimiento de uno de sus protagonistas. Nos referimos al momento en el que Paul (Marlon Brando) utiliza mantequilla para penetrar analmente a Jeanne (Maria Schneider). Sí, Bertolucci y Brando se pusieron de acuerdo para filmar esta escena sin contarle nada a Maria. Dicho en otras palabras: el director y el actor se pusieron de acuerdo para violar a una mujer y grabarlo para la película.
“Quería ver su reacción como chica, no como actriz”, explicó el italiano sin inmutarse a pesar de ser cómplice de una agresión sexual vendida como arte. Y es que, después de todo, Bertolucci consiguió su objetivo: una escena impactante en la que las lágrimas y el dolor de Maria Schneider son totalmente reales. Todo vale por una buena película que te encumbre como en lo más alto de Hollywood, ¿verdad?
Lo más triste de todo es que Maria Schneider ya había denunciado públicamente durante años este tormento. Siempre describió la escena de la mantequilla como uno de los episodios más dolorosos de su vida. Se sintió impotente y quedó marcada para el resto de su vida, hasta que finalmente falleció en 2011 a causa de un cáncer. Murió sabiendo que nadie la creía, a pesar de ser la protagonista de los hechos o, mejor dicho, la víctima de un delito que fue aplaudido por los críticos y la sociedad. Su testimonio no valía nada al lado de las versiones de hombres poderosos como Bertolucci o el propio Brando que, por cierto, fueron nominados a los premios Óscar de 1973 como Mejor Director y Mejor Actor por esta película.
Hasta que el propio Bertolucci no ha reconocido planeó una violación para su película más famosa y se lucró de ello, nadie ha creído que esto fuera posible. Ha tenido que llegar un hombre y contar su versión para que Maria Schneider dejara de parecer una mentirosa o, en el mejor de los casos, una exagerada. Parece que nada es cierto hasta que un hombre lo constate….
Pero no es la primera vez que esto ocurre. Nunca nadie ha creído a Dylan Farrow, hija de Woody Allen, cuando narraba los abusos a los que le sometió su padre. Tampoco nadie creyó a la testigo protegida que reveló el Caso Torbe, a pesar de que algunos de sus implicados como David De Gea ni siquiera se han dignado a dar explicaciones. Todos dudaron de Amber Heard cuando denunció los malos tratos por parte de Johnny Depp. A ellas, las mujeres que se atreven a cuestionar y denunciar a grandes hombres, a genios del mundo del cine o del deporte, nadie las cree. No importan las pruebas que presenten, su testimonio siempre es descartado o puesto en duda. Por supuesto que hay que respetar la presunción de inocencia de los acusados, pero eso no quiere decir que haya que ignorar los testimonios de estas mujeres, siempre tildadas de “aprovechadas” que quieren desprestigiar o ensuciar la reputación de “los intocables”.
Todo vale en el cine, o al menos ese es el mensaje que transmitió Bertolucci. Esto me repugna y no debemos mirar hacia otro lado o ser menos duros con Bertolucci o Brando por mucho que nos gusten sus películas o sus actuaciones. Ya lo ha explicado muy bien Jessica Chastain en su Twitter: “A toda la gente que adora esa película: estáis viendo a una chica de 19 años siendo violada por un hombre de 48. El director planeó el ataque”. Así, sin tapujos. Y ante nuestros ojos. Esto es lo que hacen algunos de los intocables a los que siempre damos crédito.